Si bien las personas sedentarias son más propensas a estar deprimidas, una gran cantidad de estudios sugieren que los síntomas de la depresión, como la fatiga, la tensión y la irritabilidad, pueden aparecer en una persona en forma que deja de hacer ejercicio. No hay dudas en lo que afecta a los resultados físicos de hacer ejercicio. Pero, ¿cómo nos afecta al estado mental? Las personas que hacen ejercicio físico habitualmente comienzan a sentirse deprimidas y fatigadas una semana después de inactividad forzada. Experimentan la pérdida de estado físico y manifiestan síntomas anímicos más negativos.
Los investigadores sostienen la teoría de que el ejercicio
ayuda a mantener el estado de ánimo al modificar el equilibrio del sistema
nervioso del cuerpo que dispara la "respuesta pelear o huir" al
sistema parasimpático, que calma al cuerpo.
El ejercicio físico proporciona una subida endorfínica. Todo
el mundo ha experimentado alguna vez esa sensación de ir como “flotando”, de ir
“colocado” cuando se ha realizado un ejercicio superior a lo normal. El
deportista necesita su dosis de endorfinas diaria, está “enganchado”. Si adquirimos
el hábito de hacer deporte, el cuerpo nos pedirá hacer deporte. Echaremos en
falta el ejercicio físico cuando dejemos de practicarlo.
CONCLUSIONES:
• El estado de forma
física está relacionado positivamente con la salud mental y el bienestar.
• El ejercicio físico
está relacionado con la reducción de emociones vinculadas al estrés, como el
estado de ansiedad.
• Por lo general, el
ejercicio físico a largo plazo está relacionado con reducciones en rasgos como
el neuroticismo y la ansiedad.
• Por lo general, la
depresión grave requiere tratamiento profesional, lo que puede incluir
medicación y terapia con los ejercicios físicos como elemento complementario.
• Los ejercicios
físicos apropiados se traducen en reducciones en diversos índices de estrés,
como la tensión neuromuscular, el ritmo cardíaco en reposo y algunas hormonas
relacionadas con el estrés.
• La actual opinión
clínica sostiene que el ejercicio físico tiene efectos emocionales beneficiosos
en todas las edades y géneros.
Por todo ello, por la subida de endorfinas que produce el
deporte es muy aconsejable en todas aquellas enfermedades relacionadas con la
“psiqui” (ej. el distrés, la ansiedad, la depresión, la patología
psicosomática...), en la patología orgánica crónica, en el cáncer y para
combatir todos los factores de riesgo potencialmente inductores de enfermedad.
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